Ernesto
Sabato nació en junio de 1911. Fue hijo
de inmigrantes italianos de clase media. Por muchos años fue miembro del
Partido Comunista en Argentina. Estudió un Doctorado en Física y por medio de
una beca viajó a París para trabajar en un laboratorio, en esos años conoció la
vida bohemia y se acercó al movimiento surrealista parisino. En 1943 decidió
abandonar la ciencia para entregarse a la Literatura y la pintura. En 1948 recibió el Premio Miguel de Cervantes.
En 2009 fue propuesto como candidato al Premio Nobel de Literatura. Falleció el 30 de abril de 2011.
Ha escrito solamente tres novelas con las que ha alcanzado
reconocimiento y fama: El túnel
(1948), Sobre héroes y tumbas (1961)
y Abaddon el exterminador (1974).
Además es autor de muchos ensayos como El otro rostro del peronismo, Diálogos con Jorge Luis Borges, Nunca más.
Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, entre otros.
La
crítica posterior a la publicación de El
túnel, califica esta obra maestra de Sabato como una novela psicológica de corte
existencialista. De acuerdo a esto, la nueva novela latinoamericana da espacio
a una temática que se deslinda de temas sociales y políticos, así es roto todo
vínculo con la forma tradicional de la ficción. Por otra parte, como señala Alfredo
Veiravé en Literatura hispanoamericana,
la figura del lector también cambia, es decir este deja de ser lector pasivo para convertirse en lector
cómplice, esto es precisamente lo que sugiere la novela de Sabato, ya que el
narrador protagonista a través de un monólogo describe no solo la acción sino
también su propio pensamiento.
Juan
Pablo Castel, el protagonista, se
presenta como el asesino de María Iribarne y a medida que avanza la narración,
en primer lugar justifica su confesión aludiendo su propia vanidad y el deseo
de ser comprendido por lo menos por un lector; luego revela cómo fue el primer encuentro entre él y
la mujer de quien se enamora, su
relación y el desenlace de su romance en una trágica escena del crimen.
Castel
es un antihéroe típico, un individuo a quien le importa un bledo la opinión y la justicia de los hombres, se trata de un sujeto perturbado por sus
propias convicciones, de un pintor que
odia a los críticos de su obra y se obsesiona con una mujer que se fija en un
detalle de su cuadro ignorado por los demás.
El
tercer capítulo es uno de los más atractivos ya que desde esta parte de la
novela se encuentra una pista que conecta el final de la historia. El detalle
que la hasta entonces desconocida mujer observa en el cuadro de Castel es
precisamente la escena de una playa solitaria con una mujer que miraba el mar.
A partir de ese hecho, Castel concibe a María como un ser excepcional que ha
comprendido su pintura, por eso de avoca a buscarla hasta dar con ella. Este detalle se vuelve real en el capítulo
veintisiete, luego de que Castel y María se desembarazan de Hunter y Mimí para
retirarse a la playa, entonces María se convierte en la mujer solitaria del
cuadro mirando el mar, y es cuando Castel se da cuenta que también ella es un ser lleno de fealdad e insignificancia
capaz de cosas innobles pues le manifiesta que no es la primera vez que
estando casada se involucra así con un hombre. Castel se da cuenta que la odia hasta el punto de
querer matarla ahí mismo, porque esa revelación hace que el velo con que se
cubría María cayera mostrando su fealdad confesada de ser la esposa adúltera de
un ciego, la incestuosa amante del primo y su propia musa. Más tarde Juan Pablo se da cuenta que también Hunter se suma a la lista de amantes
de la horrible María Iribarne, y enloquece. Luego Castel comprende que está solo y que el túnel de María junto al
suyo nunca existió pues mientras él transcurría
su vida en un pasadizo con ventanas a las que se asomaba para conocer el
mundo, María bailaba despreocupadamente a lo lejos. Juan Pablo Castel se sintió infinitamente más solitario y volcó su
frustración en un violento ataque
empuñando un cuchillo en el pecho y vientre de María.
Si
se busca una explicación para este desenlace, la respuesta podría ser que el
ser humano, según el psicoanálisis de Freud, tiene la pulsión de la muerte que
procura primero en la autodestrucción —en tal caso Castel pasó varios días en
un limbo de embriaguez que terminó por oscurecer su visión del mundo, este
adormecimiento voluntario de la razón refleja el deseo de la renuncia a la
vida, anulando la percepción del mundo por medio del alcohol— luego esta
pulsión se convierte en un violento deseo de destrucción, así Castel
decide acabar ya no con la propia vida
sino con la causa del sufrimiento, en tal caso personificada por María
Iribarne.
De
la lectura de El túnel, se concluye
que la nueva novela latinoamericana además de romper con los cánones de ficción
vinculada a una razón social; desarrolla
un universo temático desligado de motivos sociales o políticos anteriores donde
la Literatura era un vehículo para la formación de la idea de nación o la defensa de un grupo particular de individuos
para dar lugar a la exploración subjetiva
de la existencia del ser humano y este es el nuevo motivo de la narrativa de
autores como Bioy Casares y Ernesto Sabato, en tal caso la novela de este admirable escritor
argentino le permite al lector una interiorización de su propia conducta para
descubrir los motivos de muchos actos que parecen irracionales.
Biografía
Sabato,
Ernesto: El túnel, Editorial Seix Barral S. A. Barcelona, 1948
Veriravé, Alfredo: Literatura hispanoamericana. Editorial
Kapelusz, Buenos Aires
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