viernes, 29 de junio de 2012

CADÁVERES




―¿Viste al muerto?—me preguntó mi hermano mayor al salir de la misa.
—Sí  — le dije y caminé más rápido  para adelantarme.
Al llegar a casa, corrí hasta el baño y vomité.
El muerto era un hombre de sesenta años aproximadamente.  Un cadáver  largo  y ancho en toda su extensión. Casi no le quedaba cabello en la cabeza y estaba bien afeitado. Llevaba puesto un terno negro  y una corbata roja. En las fosas nasales tenía algodón blanco, también en la boca y los orificios de las orejas. Su semblante reflejaba preocupación.

No hay comentarios: