lunes, 12 de agosto de 2013

EL GAUCHO INSUFRIBLE: Roberto Bolaño


Roberto Bolaño Ávalos nació en Santiago de Chile en 1953. Abandonó el colegio y nunca terminó sus estudios pero comenzó a leer y escribir vorazmente desde temprana edad. En 1976 funda con algunos amigos de la vida bohemia el movimiento infrarrealista de la poesía mexicana. Recogió la influencia literaria de Borges y de Cortázar
Obtuvo el Premio Herralde en 1998 por su novela Los detectives salvajes,  un año después merece el Premio Rómulo Gallegos.
Entre la obra de Bolaño figuran ensayos, discursos literarios, cuentos, poesía y novelas muy celebradas como Los detectives salvajes (1998) y 2666 además es autor de  La senda de los elefantes (1999), Estrella distante  (1996), Nocturno de Chile (2000), entre otras.
Falleció en Barcelona en 2003.

El gaucho insufrible —obra póstuma que salió a la luz el mismo año del fallecimiento de Bolaño— es una colección de cinco cuentos y dos conferencias.
El cuento que da título al libro presenta de nuevo el tópico de la civilización y la barbarie. Héctor Pereda, el protagonista, es un abogado honesto y  un padre ejemplar. Enviuda y años después sus hijos salen del hogar paterno tras sus propios intereses.  Pereda se jubila y casi al mismo tiempo la crisis económica llega a Buenos Aires y él se ve obligado a partir al campo procurando una vida más tranquila lejos del bullicio de una ciudad en decadencia. En el campo se adapta rápidamente y aunque al principio conserva sus modales y maneras de intelectual, pronto se abandona al estilo de vida gauchesca —transformada por los tiempos modernos y donde la defensa del honor ya no es motivo de pelea—  luego  adquiere la simpleza y practicidad de los  asuntos cotidianos en la pampa montado en José Bianco, su caballo. 
Un día recibe la visita de su antigua cocinera de la ciudad, quien se sorprende al encontrarlo en un estado tan diferente al esperado de un hombre urbano. La figura de esta mujer es resaltante ya que asume el papel maternal y trata de poner en orden la vida de Pereda, poco después la mujer desiste y decide regresar  a Buenos Aires aludiendo la obvia imposibilidad de vivir lejos de la metrópoli. Antes de partir,  mientras le cuenta  a su ex empleador  cómo se solucionan las circunstancias de la crisis en la civilización, Héctor Pereda se distrae y mira por la ventana con mayor interés a unos conejos que se perdían por el campo. Así queda demostrado que el espacio rural ha transformado a un hombre y le ha devuelto su naturaleza salvaje.
Tiempo después recibe la visita de su hijo escritor y sus amigos poetas, uno de ellos es mordido por una serpiente y este hecho ahuyenta a los jóvenes que regresan casi de inmediato a la ciudad.  Días después una doctora y un enfermero arriban a Álamo Negro, estas personas que representan a la ciencia llegan para entregar medicamentos y vacunar a los niños, cumplida la misión se marchan horrorizados, puede que por el estado de las cosas en aquel lugar tan diferente a la urbe.
Más tarde Pereda recibe una carta de su hijo quien le pide que vaya a Buenos Aires para terminar los trámites de la venta de su antigua casa, la duda con la que se va a dormir el abogado es acerca de cómo llegará a la ciudad: debe escoger entre tomar un tren o viajar en caballo. Esta situación resulta risible pero también comunica la intención de Bolaño al constatar la transformación de un hombre que ha llegado de la civilización  a la barbarie y ha preferido la simpleza de la última que le ha otorgado una felicidad fácil.
Cuando llega a Buenos Aires y sale de su deshabitada y antigua propiedad en busca de comida, se para frente a un café dentro del que está su hijo, quien no se da cuenta de que Pereda lo está viendo, luego observa las demás mesas y se detiene en una  donde un hombre de presumibles sesenta años, vestido como joven y esnifando cocaína, sostiene una conversación sobre literatura. El cruce de miradas enfrenta a dos hombres distintos, uno casi convertido en un gaucho y sujeto de la barbarie;  el otro, un intelectual protagonista de la ciudad. En un instante el viejo vestido de joven  sale del local y le propina un golpe que instintivamente genera que Héctor Pereda le clave  en la ingle un cuchillo, herramienta inherente al hombre de la pampa. Pereda abandona el escenario y cavila entre quedarse en una ciudad que ya le resulta muy ajena y para nada familiar o entre  la pampa, tierra que le promete ser el escenario de una vida  provechosa para sí y para los gauchos entre los cuales ya se confunde.
Roberto Bolaño presenta en este cuento el desencanto de la vida citadina de Latinoamérica tomando a  Buenos Aires en tiempos de crisis social, política y económica pero también nos muestra la figura transformada de un gaucho muy diferente a la que nos revela Domingo Faustino Sarmiento, en una pampa fantasmagórica habitada por conejos que contrasta con la de Facundo que también nos muestra que la naturaleza ha sido transformada drásticamente por la mano del hombre con afanes imperialistas y tecnocráticos.

Además de El policía de las ratas y   El Gaucho insufrible, en esta colección, no resalta ningún otro cuento. Por otro lado,  si bien la prosa de Bolaño no es difícil,  excepto en dos casos,  solamente  la estructura de sus relatos salva el argumento de los mismos, que tras una primera lectura no generan mayor comentario.




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