domingo, 8 de julio de 2012

IX


Y la realidad que era tan triste después del vicio
Las náuseas, la cabeza a  un grito de explotar
Ese sabor en la boca
La cruda moral
Un giro de trecientosesenta grados me salvó cuando oí Su voz
Rescatada de mi infierno personal:
Padre, ya no tengo sed del mundo
Ahora tengo sed de ti

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