Y la realidad que era tan triste después del
vicio
Las náuseas, la cabeza a un grito de explotar
Ese sabor en la boca
La cruda moral
Un giro de trecientosesenta grados me salvó cuando
oí Su voz
Rescatada de mi infierno personal:
Padre, ya no tengo sed del mundo
Ahora tengo sed de ti
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