Intenté ahogar mis dolores, pero ellos aprendieron a nadar.
Frida
Kahlo
Cuando subes y bajas del dolor
Mostrando cicatrices
De hace tiempo
Mario Benedetti
Quien ha experimentado algún tipo de dolor físico,
de menor o mayor intensidad, en alguna ocasión, sabe que esta respuesta
sensorial es por demás desagradable. Para el ser humano existe además otro tipo
de dolor, el dolor emocional, o si se prefiere; psicológico, el cual cobra distintos matices.
A
diferencia del dolor físico, respuesta esencialmente somática que puede ser
ubicada en alguna parte del cuerpo humano y por lo tanto tratada con fármacos;
el dolor emocional no está ubicado físicamente en ningún órgano, no puede ser
detectado por la medicina ni tratado por ella, por lo tanto es más difícil de
manejar. Ese dolor es identificable
subjetivamente, como una presión sobre el pecho que impide la respiración, como
un dolor generalizado que en apariencia
no está en ningún lado pero sigue abiertamente presente.
Este
dolor se presenta tras una ruptura del yo interior con el mundo, nace como
resultado de situaciones críticas como una separación, la muerte de un ser
querido, el descubrimiento de una infidelidad, el desamor, el desengaño, el
rechazo, la soledad, un vacío interior, o como consecuencia inmediata de
una enfermedad y/o discapacidad permanente, surge también por haber sido
víctima de violencia familiar, abuso
sexual, etc. Cualquiera que sea la
génesis del dolor emocional, las
personas que lo padecen buscan vías de escape, caminos a seguir para alejarse
de él, herramientas para desplazarlo a
un plano más bien físico, maneras
de expresarlo corporalmente, todas ellas,
rutas de salida.
El
dolor se manifiesta de muchas formas y estas a la vez son vías de escape.
Aunque
se intente combatirlo; es difícil desconocer una herida abierta, latente, que
corroe, destruye y mata. No se puede ignorar el dolor, al estar presente, al
mínimo roce despierta de un letargo momentáneo;
tampoco es posible tratar de
ocultarlo, aunque es preferible no dar muestras de este padecimiento para no
evocar la mirada compasiva de quien es ajeno a él; lo que sí es factible es reemplazarlo por un
mal menor.
Entre
las prácticas para escapar del dolor, están las altamente autodestructivas,
otras son menos peligrosas. Pero al fin
y al cabo estos mecanismos de liberación
son en realidad ¿adicción al dolor o vías de escape?
Existen
entonces rutas alternas al dolor, de entre ellas; la salida más fácil es
ciertamente la más peligrosa: el Self Injury, también llamado autolesión, autodaño, parasuicidio, autoflagelación o automutilación. El parasuicidio un tema sobre el que se prefiere guardar
silencio, es una realidad escondida pero presente en la sociedad actual. Esta es
sin duda una de las principales vías de escape al dolor.
El Self Injury consite en autoinflingirse
daño para liberarse del dolor emocional, de la furia, la ansiedad, de
pensamientos negativos y sirve además para
canalizar emociones. Esta práctica compulsiva es, contrariamente, a lo
que se piensa, una manera de afrontar desórdenes emocionales y no expresa ideas
suicidas sino el deseo de liberación. Se asocia a problemas psiquiátricos como
el trastorno de la personalidad limítrofe, el trastorno borderline, la
psicosis, alteraciones de la conducta alimenticia y otros tipos de alteraciones
nerviosas clínicamente diagnosticadas. Conductas auto destructivas, que se
practican en secreto para no llamar la atención, incluyen entre las más
comunes: cortes, rasguños o quemaduras
de la piel, mordidas, golpes, jalones de cabellos y fracturas de huesos, todas auto infligidas.
Todas ellas son intentos por reemplazar el dolor emocional con el dolor físico,
ciertamente más llevadero, es una herramienta por la cual, la persona que hace
uso de ella, puede liberarse del dolor, miedo o ansiedad que experimenta. Estas
conductas son significativas y hasta llegan a convertirse en rituales para
combatir el dolor. Sirven para desplazar el dolor interno al externo. Las
heridas y cicatrices producidas por estas conductas sirven también para ayudar
a aliviar el sufrimiento de la víctima, es por eso que son tan celosamente
ocultadas.
Otras formas de escape
del dolor están estrechamente ligadas a la anorexia y la bulimia. Lo que la
mayoría ignora es que quienes practican este estilo de vida, padecen un dolor
profundo que es enfocado en el propio cuerpo, buscando estéticamente la mejor
manera de sobrellevarlo, desvían la atención del padecimiento
psicológico, a la tortura del cuerpo.. En la anorexia el tormento emocional es reemplazado por la idolatría a la figura
esbelta que tanto mujeres como hombres quieren lograr con ayunos y dietas
estrictas y en la bulimia, la ingesta compulsiva de alimentos, es también una
forma de afrontar la ansiedad, así como los vómitos auto inducidos funcionan
como herramienta de liberación; en ambos casos el dolor se proyecta en la
comida y literalmente este es autoexpulsado
del cuerpo. Ambas conductas en su mayoría son generadas por algún trauma de
índole familiar como abuso sexual o
violencia, situaciones dolorosas que desatan esta cadena autodestructiva,
pero que a la vez sirven como vía de salida al sufrimiento emocional.
Existen otras prácticas que ocultan un significado ligado al dolor emocional en sí
mismas; son los tatuajes y los piercings.
Quienes
las han experimentado, han encontrado una manifestación estética para el dolor
emocional.
Al igual que el Self
Injury, los tatuajes y los piercings
son formas de reemplazar el sufrimiento emocional por dolor físico.
En la mayoría de casos, las personas que se tatúan
la piel, también persiguen un fin estético. Generalmente hacerse un tatuaje es
una manera de expresar disconformidad con el cuerpo o alguna parte de él,
muchas personas que se han tatuado han manifestado no sentirse a gusto con su
cuerpo y mediante los tatuajes, han logrado modificar y mejorar, no siempre,
las partes con las que lidiaban. Un
ejemplo, aunque tal vez bizarro, es el de una mujer mexicana, tatuada de pies a
cabeza y con cientos de perforaciones en todo su cuerpo; que ha encontrado en los tatuajes y piercings la mejor forma de escapar de
su dolor, el caso de la Mujer Vampiro, como se hace llamar, víctima de
violencia familiar desde su niñez y aun en su primer matrimonio, vio su
redención en estas controvertidas prácticas, ella ha declarado que encontraba
refugio y liberación para su dolor y cada vez que se hacia un tatuaje o se
colocaba un piercing.
Son muchos los ejemplos de personas con tatuajes,
que han encontrados en esta vía de escape, la verdadera solución a su dolor. Y
habiendo comenzado con uno, han terminado por tatuarse todo el cuerpo o tener
perforaciones en partes inusuales y por demás extremadamente molestas. Pero los
tatuajes en la sociedad actual aun no han sido aceptados del todo, todavía
existen prejuicios morales y religiosos contra esta práctica, sin duda no todos
son infundados, pues el contagio de enfermedades y la exposición a una
infección en la parte afectada, son también compartidos, y no sin razón por quienes protestan también en contra de los piercings. Someterse a estas sesiones con un fin no solo estético,
sino sobre todo emocional, puede parecer
la vía más estética de salida al dolor.
Tatuajes y piercings
son considerados también por quienes los poseen, en su cuerpo, como trofeos de
guerra. Personas con tatuajes y perforaciones ven en estos, la superación de su
dolor, convertido ya en una victoria,
convertido en olvido, reemplazado por
estética, por arte. Dolor superado, pasado. No obstante existe una minoría que ve en estas herramientas, un recordatorio del dolor pero sin duda, ya pasado.
Son muchas las personas que también se han escapado
del dolor entregándose al alcohol, las drogas y el tabaco, para deshacerse
además de la soledad. Sin ahondar en estos temas, al igual que las anteriores
conductas de salida, el alcohol y las drogas son los que socialmente han sido
mejor asumidos, pero no del todo aceptados, en el caso de las drogas, pero son
también las herramientas que más han comprometido la salud de la persona y
repercutido en su entorno cercano y en la sociedad en general, viéndose ahora
como los males que los gobiernos del mundo están dispuestos a erradicar a toda
costa.
Existe también quien reemplaza el dolor por placer,
en ciertas ocasiones por placer sexual;
en sí misma esta práctica demuestra las dos naturalezas del ser humano,
más propenso a sufrir que a sentir placer.
Dormir por largas horas también sirve para distraer al
dolor, pero solamente actúa en ese plano, como elemento de distracción. También existe una tendencia a
enfocar el dolor, de manera inconsciente, en
ver televisión o navegar en la Internet por largas horas. Sin
embargo esta vía sirve sólo como forma de engaño, pues cuando termina el
programa o se apaga la computadora, el dolor no se ha ido a ningún lado.
Otra forma de escape del dolor es, después del deporte, el arte. Leer, escribir, fotografiar, dibujar, pintar, tallar, esculpir, etc; sin duda son opciones más sanas pero menos comunes. Muchos genios han volcado su dolor en el arte, y como resultado de este, han surgido obras verdaderamente desgarradoras e impactantes pero a la vez altamente catárticas.
Tenemos en la historia del mundo personas que se
han sometido a alguna o a varias de estas prácticas para salir de su entierro.
Entre ellas Frida Kahlo, pintora mexicana, se refugió no solo en el alcohol y
las drogas sino que retrató su propio dolor físico y emocional en cuadros que
trasmiten sufrimiento, escapando de este y a la vez proyectándolo.
Las obras de Frida Kahlo son un claro ejemplo del dolor emocional y físico expiado con el arte a lo largo de toda
la vida de esta mujer, después del
accidente que le destrozó la columna vertebral y a causa de las infidelidades y
disgustos con su esposo, el muralista diego Rivera; Frida escapó, manifestó,
combatió y venció su dolor con el arte.
Árbol de
la esperanza, mantente firme, es una obra de esta pintora que
retrata el dolor físico y emocional que le causó una cirugía frustrada; Las dos Fridas, es otra muestra del
dolor de Kahlo, producto de la separación de su esposo Diego Rivera por una
infidelidad, El venado herido, muestra
también el sufrimiento que le causó el mal resultado de una operación que
aliviaría sus dolores de espalda, de la imposibilidad de tener hijos y el dolor
provocado por el primer aborto que tuvo Frida,
surgió Henry Ford Hospital (la
cama volando) pero sin duda es
innegable que La columna rota, es la
máxima manifestación de dolor emocional y físico, de la artista.
Personas psicológicamente destrozadas y físicamente
maltratadas han tratado por muchos medios y a cualquier precio, escaparse,
liberarse y salir del dolor, algunas de ellas lo han vencido y superado, otras,
siguen procurando la salida; llevando su cruz por el camino del calvario,
tratando de expiar inconscientemente su
dolor en una búsqueda incesante y casi
frenética por librarse de él.
En suma, todas estas conductas no
son formas de adicción al sufrimiento,
sino que derivan del dolor y en
con él se redimen.
Estos caminos son vías de
expiación. Formas de redención, de libertad. Porque ¿qué es lo que el ser humano ha buscado desde siempre sino
la felicidad? Y ¿qué es lo que lo ha alejado de su fin inmediato sino el dolor?
Por último, el cuerpo es un templo,
todas las religiones del mundo coinciden en esto, el cuerpo es sagrado, el ser
humano debe considerar sagrado a su cuerpo, respetarlo, no dañarlo de ninguna
manera, en fin, una solución práctica al dolor, es la catarsis que ofrece el
arte, la forma incorrecta de librarse del dolor, es maltratando el cuerpo.
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