lunes, 29 de octubre de 2012

LOS EUNUCOS INMORTALES Y LA REVOLUCIÓN DEL CINCUENTA



Oswaldo Reynoso en su novela Los eunucos inmortales, narra a través de su personaje el profesor O —un ex catedrático de la Cantuta autoexiliado del Perú, que ha conseguido posicionarse como traductor oficial en China— la revolución estudiantil o la revuelta de Tian’ anmen de 1989.
Tras la muerte de Hu Yaobang, un ex secretario del Partido Socialista, estalla una huelga de estudiantes que toman la Plaza Tian’ anmen, en una protesta pacífica con la cual se exige representación estudiantil en el gobierno así como se reclama en contra de la  opresión del Partido y la pronta democratización de este. Así en la protesta los jóvenes  se unen y forman la Federación Autónoma de Estudiantes, que pronto inician una huelga de hambre para radicalizar su reclamo.  Como suele suceder en situaciones similares, tanto en la ficción como en la realidad, los medios de prensa juegan un papel importante en la difusión de los hechos tanto si estos son manipulados por las autoridades, como si verdaderamente muestran la realidad tal como es y desde la visión de ambos bandos. En este caso, son los propios jóvenes quienes procuran el diálogo y la negociación pública y transmitida por radio y televisión, de los representantes estudiantiles con los miembros del Partido.
Así en  la novela escrita en primera persona y a manera de diario de viajes y memorias de Reynoso cobran vida personajes admirables como Liang, amigo del profesor O. y joven estudiante que se une a la huelga de hambre en Tian’ anmen. He, Jo y Tin Tin, son también jóvenes chinos que no participan directamente de la protesta, pero que se suman a ella desde su posición de observadores. La ayi, ama de llaves quien se encarga de atender y cocinar para el profesor O, es otro entrañable personaje chino.  Por otra parte están los extranjeros, entre los cuales se encuentra Coco —estudiante peruano que vive lo que el profesor O, no puede debido a su estado de recuperación y convalecencia posoperatoria;  se puede decir que Coco encarna al propio profesor O en el ímpetu y la frustración de su juventud— Katrin, la novia francesa de Coco, Tomas el ecuatoriano, Michel el americano, Ester y otros estudiantes extranjeros radicados en China forman parte del círculo de amigos del profesor O.  y como él, no pueden evitar conmoverse ante la situación que viven los jóvenes estudiantes chinos,  puesto que no están permitidos de participar en la protesta por su misma condición de extranjeros,  y deben resignarse a dejar que los chinos den la batalla que ellos no pueden. Estos personajes, que viven en el Hotel, lugar destinado como vivienda para extranjeros, forman una hermandad que se sostiene en lazos de amistad y nostalgia por la patria que dejaron; todos ellos tratan día a día de aprender a conocer, para luego poder amar, ese imperio oriental que los acoge con recelo.  
Es interesante el rol de padre que asume el profesor  O, y que parece ser reclamado en medio de todos los jóvenes extranjeros que de cierta manera forman una familia singular. Por ser el mayor y en teoría el más sabio, todos los demás confluyen a su alrededor y le rinden tributo con muestras de cariño y veneración que él trata de retribuir sin lograrlo, frustrándose y renegando de su cuerpo y de su enfermedad que lo imposibilita de encontrar  la felicidad, la clave de la armonía cuya  búsqueda lo ha motivado a dejar el Perú, atravesar el mundo y llegar a la China. Esta utópica búsqueda de la felicidad también la comparten los extranjeros que como él, han emprendido un viaje largo para hallar lo que todo hombre procura.
Sin duda además de los personajes de la novela de Reynoso, son interesantes las descripciones de las costumbres orientales que el profesor O. descubre en la convivencia con los chinos a lo largo de los diez años que permanece en la República Popular,  conjuntamente con las descripciones de platos de la memorable culinaria china ; así como son asombrosas las narraciones de los  recorridos que Liang hace con el profesor O. en retribución  por haberle hecho escuchar la música clásica que  estaba prohibida por el Partido, por ser considerada como un gusto burgués inútil y despreciable.
El bello lenguaje poético de la narrativa de Reynoso, se intercala con los magníficos monólogos del profesor O, sobre las vivencias de su infancia en también poéticas rememoraciones  del barrio de San Lázaro en Arequipa, que pronto coinciden con el tema de fondo: la revolución del cincuenta.
Así, mientras el profesor O.  y los demás, viven  por medio de las trasmisiones televisivas, y esperan  el desenlace de la huelga estudiantil y la respuesta de las autoridades, un día el profesor O decide organizar un excursión clandestina y contraindicada a su delicado estado de salud,  a la plaza Tian’ anmen.  Motivado en el fondo por su espíritu  revolucionario, reprimido desde su juventud, como se revelará en las últimas páginas de la novela, y sintiéndose identificado con aquellos jóvenes estudiantes que luchan por sus derechos y los de todo el pueblo al que representan, es decir a la mayoría inerte y oprimida por el socialismo castrante que han logrado imponer las malas autoridades. Ayudado por Coco, Jo y He; el profesor O. casi lograr llegar al lugar de los hechos para encontrarse con su amigo Liang, de quien no tiene noticias y por quien se preocupa continuamente como lo haría un padre con su hijo. Debilitado por el viaje pero casi feliz de haberse hecho presente en Tian’ anmen, el profesor O, debe regresar en ambulancia al Hotel, donde es atendido solícitamente por todas sus amistades.
Tras desacertadas medidas tomadas por el gobierno, en un intento de poner fin a la huelga de hambre de los estudiantes y bajo la presión de la prensa extranjera y mundial, como sucede en la realidad; el Partido accede a la negociación pública pero sin intención de ceder ni llegar a un acuerdo para atender a los reclamos, esto no hace más que confirmar a los huelguistas en su firmeza inquebrantable de continuar con la huelga de hambre, tal vez con la esperanza de conmover al Partido y lograr algo.  Pero no se consigue nada, y finalmente el Partido sitúa la plaza Tian’ anmen y ordena que  miles de soldados alrededor de la plaza, estén  dispuestos a matar  a los estudiantes que inciten al desorden, así se logra oprimir a los jóvenes e inmovilizarlos cuando la situación ya no se puede sostener, puesto que se trata de un hecho sin precedentes en la historia de China, y el mundo entero espera que suceda lo que deba suceder. Todo empeora y sucede lo que no debe suceder: la masacre de Tian’ anmen.
Termina la primera parte de la novela con el fin del acto de magia al que han asistido el profesor O.  con Tin Tin, para cumplir con  una promesa hecha con Liang. En este acto se presagia que algo malo está por acontecer.
En la segunda parte, el profesor O.  recuerda a Liang desde el momento en que lo conoció un día en que el joven chino tocó la puerta de su departamento para consultarle sobre la traducción al español que había realizado; y después de haber recibido por manos de Coco, una carta de Tin Tin, en la que se relata la muerte de Liang en la masacre de Tian’ anmen. El profesor O. en un pequeño ritual se despide de su amigo recitando un poema que este le había enseñado.
Finalmente en un bello monólogo Reynoso, a través de su personaje el profesor O. deja fluir los recuerdos de su propia experiencia en la revolución de similares matices que sucedió en Arequipa en mil novecientos cincuenta; en la que los alumnos del Colegio Independencia Americana, iniciaron una protesta reclamando ciertos derechos estudiantiles y entre otros pedidos, reclamaban la construcción de aulas y laboratorios en su colegio; durante el gobierno del dictador Manuel Odría. Esta protesta sirvió de excusa para que los arequipeños de aquella generación se unieran  en un grito común contra la opresión del nuevo dictador; en la heroica jornada de lucha de junio del cincuenta, en la que a semejanza de la matanza de Tian’ anmen,  de la novela de Reynoso; el opresor gobierno hace alto a una lucha justa por medio de la violenta fuerza militar, levantando su mano asesina y tiránica contra todo aquel que intente sublevarse, contra todo aquel que pretenda la revolución. La situación es casi la misma, y tanto en la realidad China del 89 como en la de Los eunucos inmortales, de Reynoso, pero sobre todo en la revolución del cincuenta, en Arequipa. Por eso todo gobierno encabezado por un mal gobernante, que pretende manejar a un pueblo, ignorando la ley o simplemente cambiándola a su antojo y por encima de los intereses comunes  y justos establecidos para todos; refleja en palabras de Reynoso, a los “eunucos inmortales”: burócratas que siempre se aferran al timón del barco que sea sin importarles el rumbo que tomen;  no importa el color ni la asociación, tampoco la ubicación, los eunucos inmortales, siempre están sedientos por la sangre del pueblo. Jardineros macabros que recorren los pueblos con afiladas tijeras podando capullos de esperanza por una vida libre. Temen  nuevas ideas y exigen fidelidad a sus planes, mientras pisotean la libertad de los demás.

Es de esta genial manera, como Oswaldo Reynoso  retrata un hecho que es tan real que lo podemos encontrar reflejado en una novela, en el recuerdo de un suceso histórico, pero también en la cotidianidad de la vida. Basta abrir un periódico, sintonizar la radio, ver la televisión o encender la computadora para darse cuenta de que siempre y en todo lugar existirán personas que una vez alcanzado el poder social, lo usarán de manera egoísta para fines propios y en contra  del bien común; pero que también hay personas que internarán luchar por el bien con diversos resultados, pero siempre bajo un precio que exige un sacrificio mortal.
Para concluir,  es importante remarcar que frente a cualquier indicio tangible de opresión, se rememore en la conciencia social, la lucha del pueblo en contra del autoritarismo y el abuso de poder por parte de un jefe de gobierno, no para incitar a una sangrienta revolución que finalmente solo lleva a muertes injustas; sino para hacer un llamado a la unión de todos para abogar y luchar por el respeto mutuo a la justicia pero sobretodo a la vida. Puesto que es este respeto a la  vida del otro, el que los pueblos de todas las realidades sociales necesitan para el bien común y la convivencia fraterna, de modo que esta no sea una utopía sino una realidad posible para todos los hombres del mundo.



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