Philip
Milton Roth nació en Nueva Jersey en marzo de 1933.
Ejerció docencia universitaria en Princeton y Pennsylvania hasta 1992.
Sirvió dos años en el ejército y publicó cuentos, críticas y reseñas de
películas en revistas. Se ha convertido en un escritor muy influyente para la
literatura norteamericana por su prolífica producción novelística y por haber
recibido varios premios como el Pulitzer en 1988, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2012,
etc.
Ha publicado
las siguientes novelas: Goodbye, Columbus (1959),
Deudas y dolores (1962), Cuando ella era buena (1967), El mal de Portnoy (1969), Nuestra pandilla (1971), La gran novela americana (1973),
Mi vida como hombre (1974), El pecho (1972), El profesor del deseo (1977), El escritor fantasma (1981), Engaño (1990), Operación Shylock (1993), El teatro de Sabbath (1995), La conjura contra América (2004), Zuckerman
encadenado, Zuckerman desencadenado (1981),
La lección de anatomía(1983), La orgía de Praga (1985), La
contravida (1986), Pastoral americana (1997), Me casé con un
comunista (1998), La mancha humana (2000), Sale el espectro (2007), El animal
moribundo (2001), Elegía
(2006), Indignación (2008), La humillación (2009) y Némesis (2010).
En El
animal moribundo, Roth explora la naturaleza del deseo sexual y el temor a la muerte a través de dos
personajes: David Kepesh, un respetado académico y profesor universitario de
sesenta años y Consuelo, bella y joven estudiante de raíces cubanas. Ambos
personajes además ejemplifican el cambio de
una sociedad decadente que
comienza a aceptar el divorcio y la homosexualidad como consecuencia de
un cambio en las normas de conducta suscitada por el cambio de siglo y el
estilo de vida que reclama la postmodernidad.
Roth,
mediante el narrador protagonista David Kepesh, confiere al texto un corte
intimista pues su novela es casi un monólogo con un interlocutor que nunca
responde pero que es cómplice y confidente de las confesiones sobre la vida
privada del profesor y la historia de su relación obsesiva y morbosa con su
alumna Consuelo; este interlocutor es otra joven mujer que Kepesh ha atraído
hasta su departamento, pero también es el propio lector.
Esta novela
también representa un juego de poder que se basa en la dominación del otro por
medio del deseo sexual ya que en ciertos pasajes de la novela se refiere que
David Kepesh era dominado no solo por la belleza física de Consuelo, a la que
se rendía guiado por sus instintos, sino
sobre todo por el hecho de que ella sea un objeto de deseo inalcanzable que
quiere poseer pero que solo puede asir por instantes durante el coito. Podemos
ejemplificar lo anterior por medio de las palabras que George, amigo del profesor, dirige a Kepesh:
La separación estética quedó eliminada cuando no
pudiste contenerte y te arrodillaste (…) Yo diría, Dave, que eso constituye el
abandono de una posición crítica. Adórame, te dice(…) y lo haces. Es ella quien
te penetra.
Esta
penetración simbólica de la mujer hacia el hombre puede ser indicio de la
anulación de la pasividad sexual de la mujer que pasa de ser un cuerpo que da
placer a uno que lo reclama para sí mismo y que tiene el poder de darlo o de
negárselo al otro.
Por otra
parte el hedonismo de Kepesh que se demuestra a buscar como bien supremo la
satisfacción constante de sus deseos sexuales, hace que reniegue del matrimonio
y de la familia y considere esta unión más bien como una cadena que le
impediría abandonarse a la búsqueda de nuevos cuerpos, nuevas formas
para la misma sensación, esto denota también un fenómeno social del siglo XXI:
el rechazar el matrimonio por la unión libre.
Me casé una vez cuando era veinteañero, ese primer
matrimonio por el que pasan tantos hombres (…) es tan malo como el campamento
de reclutas (…) Tras aquella experiencia, estaba decidido a no vivir nunca más
en la jaula.
Esta
situación de huída del matrimonio se repite con Kenny, el hijo de Kepesh, que arrastra los errores
del padre que odia pero al que acude en busca de no de aprobación sino como
tratando de justificar el abandono de su familia tal como David lo hizo.
En
cuanto al temor a la muerte y a la vejez que desarrolla Roth en esta novela, a
pesar de que es Consuelo la que enferma de cáncer terminal, es David el que le
teme más a la decadencia física pues cuando comprueba que el cuerpo perfecto de
Consuelo pronto perderá su esplendor se da cuenta que él mismo ha envejecido y
que efectivamente se acerca a la muerte por un camino tan corto como el que
transita repentinamente su amada.
El animal moribundo
es además una novela de transgresiones ya que por ejemplo se rompe la norma
socialmente aceptada sobre el vínculo que separa en lugar de unir a un profesor
y su alumna, a un hombre de sesenta años y una mujer de veinte. Se rompe
también la idea de unión familiar cuando uno de los protagonistas huye de la
esposa y el otro de la tutela de los padres, además el sujeto destinado a conformar la sociedad
apela más bien al individualismo, en lugar de un hogar, este busca solo una
habitación en la que pueda desnudar su naturaleza y abandonarse libremente
incluso a la deformidad de sus pasiones.
Philip
Roth ha logrado reflejar la decadencia social en esta novela llena de
personajes al servicio ya no de la razón ni del sentimiento sino del placer
sexual.
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