Adolfo Bioy Casares, gran exponente de la Literatura
fantástica, policial y de ciencia ficción argentina, nació en Buenos Aires en 1914. Su familia alentó su vocación
literaria permitiéndole, luego de haber
renunciado a la universidad, encontrar refugio
en una propiedad familiar para dedicarse largas horas a la lectura.
Conoció a Jorge Luis Borges con quien mantuvo una sólida amistad de por vida.
Más tarde se casó con la escritora Victoria Ocampo. Su amistad con el autor de Ficciones no opacó la genialidad de Bioy
Casares y colaboró con él en publicaciones como Antología de la Literatura
Fantástica, Antología poética argentina, Seis problemas para don
Isidro Parodi, Dos fantasías memorables, etc.
Como novelista, Bioy Casares ha
publicado: La invención de Morel
(1940), Plan de evasión (1945), El sueño de los héroes (1954),
Diario de la guerra del cerdo (1969),
Dormir al sol (1973), La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985),
El perjurio de la nieve (1945),
Un campeón desparejo (1993)
y De un mundo a otro (1998).
Además es autor de diarios, memorias, ensayos y
colecciones de cuentos como La trama celeste (1948), Historia
prodigiosa (1956), Guirnalda con amores (1959),
El lado de la sombra (1962), El gran serafín (1967), El
héroe de las mujeres (1978), Historias desaforadas (1986),
Una muñeca rusa (1990) y Una magia modesta (1997).
Recibió
el Gran Premio de Honor de la SADE en 1975, seis años después fue galardonado
con el Premio Cervantes, en 1990 con el
Premio Internacional Alfonso Reyes y en 1994 obtuvo el Premio Konex de
Brillante.
Falleció
en 1999.
La
invención de Morel adopta la
forma de diario. El protagonista es un convicto que ha logrado esconderse en
una isla donde la peste amenaza de muerte a quien desembarque allí. El
escenario se presta a la constante paranoia y voyeurismo del personaje cuyo nombre nunca es revelado.
Los turistas que arriban a la isla parecen tan reales como él, pero pronto
llega a un macabro descubrimiento. Esas personas, incluida Faustine, la mujer
de quien se enamora; son solo proyecciones casi perfectas del invento de Morel,
un científico que cree haber descubierto la inmortalidad por medio de un
aparato que reproduce situaciones pasadas. Cuando el protagonista se da cuenta,
es demasiado tarde y los turistas parten, Faustine con ellos; ante esto él
decide perpetuar la memoria de su amada y formar parte de ese recuerdo introduciéndose
como holograma en la constante sucesión de los ocho días que pasaron los
turistas en la isla. El requisito es morir primero —ya que el alma pasa del
cuerpo a la imagen— para que el objeto tridimensional viva para siempre.
Si fuera necesario
ubicar esta novela en una corriente literaria, la elección sería difícil pues La invención de Morel, es ciencia
ficción pero también pertenece a la
narrativa moderna que propugna la ruptura con la forma tradicional de escritura
insertando cuadros exóticos —como bien podría ilustrar esta novela que
transcurre en una isla— y un constante impresionismo ya que el narrador
autodiegético transmite su conocimiento
del mundo a través de los sentidos, para el protagonista esto producto de las horas que pasa observando y
descubriendo los secretos de la isla y sus falsos inquilinos.
Por otro
lado como exponente de la literatura fantástica es importante resaltar que La invención de Morel se ciñe a las
características del relato de este tipo es decir, mediante el rechazo de la
lógica para comprender la realidad, Bioy Casares recurre a la tecnología, en este caso el invento de
Morel alude a la holografía, ingeniada
en 1948 por el premio Nobel en Física Dennis Gabor.
Como acierta
Teresa López Pellisa en su ensayo
El digitalismo en “La invención de
Morel; este científico pretende
asumir el papel de demiurgo, tomando la esencia de personas reales para
crear imágines virtuales que repiten una semana de placer en una isla
paradisiaca con un hotel, una piscina y una capilla. Frente a este
descubrimiento al protagonista no le queda más que insertarse a esta falsa
realidad para escapar de la propia, ya que al fin y al cabo también será
alcanzado por la muerte, y antes que eso suceda prefiere permanecer con
Faustine aunque sea en una realidad virtual alterna e infinita.
Esta
renuncia a la humanidad para alcanzar la felicidad tiene que generar reflexión en el lector de la
novela de Bioy Casares ya que actualmente el hombre se enfrenta a un proceso en
el que la tecnología ha absorbido su esencia haciendo que deje de existir en su
medio real para convertirse en un
avatar, en un personaje más del cyberspace
donde lógicamente se reconfigura para agradarle al mundo. Esta deshumanización
llega de la mano con la globalización
por medio de la cual se anula el
pensamiento y la apreciación crítica del mundo. Al insuflarle otro sentido a la novela de Bioy
Casares, un lector atento cae en la cuenta de que el ser humano en el afán de
perseguir el poder y lograr la satisfacción de todos sus deseos poco a poco va destruyéndose a sí mismo, a sus
semejantes y a su entorno ya que pierde de vista su fin último que es encontrar en su interior la conjunción
armónica del espíritu que se materializa en la construcción de una sociedad más
solidaria y pacífica.
Bibliografía
·
Bioy Casares, Adolfo: La invención de Morel, Editorial Losada, S.A. Buenos Aires, 1940.
·
López Pellisa, Teresa: El digitalismo en La invención
de Morel, Ensayos sobre ciencia ficción y literatura
fantástica, Madrid, 2009.