jueves, 29 de noviembre de 2012

AUTOPSIA DE LAS GENERACIONES LITERARIAS EN EL PERÚ


RESUMEN

El concepto de generaciones pertenece a José Ortega y Gasset, según él, una generación se vincula a un acontecimiento histórico de gran importancia. Para Carlos García Bedoya, una generación se sucede cada quince  o treinta años y está determinada por factores como la coetaneidad, y el contexto social.
En el Perú las generaciones surgen cada diez años , sin embargo esta división carece de un criterio teórico y ha sido ampliamente cuestionada por teóricos, creadores y críticos, quienes la han calificado de positivista e inoperante, contradictoria y anacrónica.
Héctor Ñaupari sostiene que esta división se realizó por adhesión ideológica, al igual que la clase social. Así en  la “polémica sobre el método” surgida en Viena a fines del siglo XIX,  se debate acerca de cuál debería ser el criterio metodológico que adoptarían las ciencias sociales para acercarse a la realidad. Entonces fue definido  el individualismo metodológico que sostiene que la conducta individual no está determinada por los condicionamientos sociales, entre los representantes de este individualismo, se encuentran historicistas, estructuralistas, marxistas y demás colectivistas epistemológicos que proponían las clases sociales como factores capaces de determinar el comportamiento individual; sin embargo con el paso de los años esta posición fue desvalorizada.
Con el inicio del fin  socialismo a fines del siglo XX, se suponía que estas nociones socialistas serían desprestigiadas, lo cual ocurrió con diversas disciplinas menos con la teoría y crítica literaria, en cuyas nociones se encontraba el paradigma de generación, estrechamente ligado al socialismo. Por esta razón muchos escritores, críticos y teóricos literarios peruanos y socialistas continúan sosteniendo esta periodización, según la cual las generaciones se configuran cada treinta o quince años.
Finalmente Héctor Ñaupari, opina que no deben existir las generaciones en la literatura peruana, sino que esta debe estar definida solamente como fenómeno social y debe ser explicada por sus elementos individuales. 


RETRATO CON MUJERES Ivan Thays


RESUMEN 
A propósito de un antiguo mito griego sobre la ceguera del adivino Tiresias, Thays escribe que a lo largo de la historia los hombres se han dedicado a descubrir, domesticar, gobernar lo imposible, al mismo tiempo, mientras ganaban estas batallas se han preocupado en desdeñar y burlarse de la aparente fragilidad de la mujer convirtiendo los terrenos de el amor, el trabajo y el deporte, un escenario para propiciar la competencia entre hombres y mujeres ante el panorama de la impotencia.
Por otro lado, la literatura femenina, si se puede usar este término, no determina más que el hecho de que sea la mujer la que produce el discurso escrito, ya que por ejemplo, no se podría hacer diferencia si es que Borges, hubiera sido mujer. Para el estudio de la literatura femenina es necesario tomar en cuenta factores como el texto, la intención y expectativas del autora, etc.
Los personajes en la obra de Thays, como lo afirma el mismo autor, son  fantasmas que siempre hacen sufrir o salvan a los hombres. El autor de Fotografías de Francis Farmer, hace una lista de personajes femeninos de autores masculinos dentro de la historia de la literatura, las más resaltantes son  Ana Karenina, Emma Bovary,  Adela, de Schulz, Ada Veen, de Navokov, las más odiadas por el escritor limeño son personajes como Octavia de Cádiz, de Bryce y Catita, de Adán.
Finalmente Thays sugiere que la literatura femenina es el producto de una literatura hecha por hombres que toman los espectros de sus heroínas para amarlas u odiarlas, mientras que la literatura hecha por mujeres, les permite a las escritoras ofrecer su visión del mundo desde su género.


MUJER ESCRIBIENDO
Carmen Ollé
Carmen Ollé defiende que las escritoras construyen sus personajes masculinos como psicópatas, narcotraficantes, asesinos, etc, que son producto de la compasión y simpatía que despierta el hombre en la mujer.
Así, esta autora confiesa que sus personajes resultan de la combinación de sueños, lecturas y amores frustrados. Finalmente dice, Ollé, que la mayoría de autores proyectan en el personaje hombre o mujer, las virtudes y defectos de los personajes inacabados de otras novelas e incluso de la vida real.


TODO ESCRITOR ES UN OUTSIDER Rocío Silva Santisteban


RESUMEN 

En una entrevista a Rosa Montero hecha por Rocío Silva, la autora de La hija del caníbal, responde a la periodista limeña que ella escribe para salir del individualismo, ya que la narrativa, en este caso le permite cierta libertad a su personalidad  y que escribir como mujer es tan necesario desde la posición misma de este género y su visión del mundo. Es importante para una mujer escritora romper los moldes masculinos de muchos discursos, tanto políticos, científicos, incluso históricos. Rosa Montero opina que lo femenino es una invención machista y que debería existir una libertad que rompa estos estereotipos.  A la vez, montero afirma que la escritura está muy ligada a la lectura, y que se dan caso en que la escritura, como actividad constante puede llevar a uno al delirio, como sucedió con los poetas malditos.  Acerca del mito de que la mujer  no puede ser poeta y a la vez madre y esposa, Montero opina que  es difícil compaginar este estilo de vida, pero no imposible, así como la escritura y el periodismo, deben soportarse para crear armonía. Silva le pregunta a la autora española cómo hace la elección de los temas a escribir, y esta le responde que casi es una actividad inconsciente pues son los temas los que llegan a uno y no al revés. La escritora afirma que una novela está terminada cuando quien la escribe sabe que no hay más que decir, asimismo, es imprescindible seguir un plan, hacer anotaciones, armar una estructura a la hora de escribir una novela.  Sobre el boom latinoamericano, Rosa Montero sostiene que  este ha servido para que la mirada del mundo apunte sobre la literatura producida en este continente, sin embargo también fue perjudicial porque en esta mirada se contempla solo un estilo de escritura que no abarca a todos los autores.
Mark Ryden


¿LLEGAMOS TARDE A LA FIESTA? Liuba Kogan


RESUMEN 

El tema de la mujer ha aparecido con más fuerza en la actual agenda política, esto probablemente es una consecuencia del debilitamiento del papel masculino en los partidos políticos que ha hecho que la mujer surja cuando el hombre ha perdido ya la oportunidad. Por eso la cantidad de mujeres en los poderes del Estado, con la Ley de cuotas, se ha incrementado de manera que son consideradas, a diferencia de los hombres, como más honestas, preocupadas por los pobres, mejora administradoras y menos autoritarias.
Los tipos de mujeres que ascienden al poder se dividen en tres categorías. En primer lugar están las profesionales que ocupan puestos técnicos, son neoliberales y pretenden una carrera política prestigiosa. En la segunda categoría están las de trayectorias profesionales diversas que no participan de ningún partido político. Finalmente están las que han llegado al poder en un partido de oposición.
Así, también existen siete maneras diferentes de mujeres en la política peruana:
·         Las yuppies femeninas: relativamente jóvenes, buenas profesionales, bellas y no están casadas.
·         Las señoras de clase media: edad mediana, madres y profesionales promedio de apariencia conservadora.
·         Mujeres masculinizadas: agresivas y bellas, prima la actitud masculina.
·         Las caricaturas de femineidad: de apariencia sexual y extravagante.
·         Mujeres solteras: edad mediana, buenas profesionales y solteras.
·         La matrona: prima su maternalidad.



sábado, 24 de noviembre de 2012

22.


Sueños atrasados,
después de medianoche el dolor no ha vuelto 
y jamás pensé que volvería a escribir luego de tanto mal humor

el azúcar no me mantiene despierta
(quiero dormir)
voy corriendo
voy corriendo
quiero volar, quiero volar, quiero volar

la gente no se da cuenta que soy incapaz de hablar
o tal vez sí, por eso ríen 
yo río frenéticamente

22 años después de tanta majadería 
por fin  he encerrado a una pequeña criatura violenta en una celda barrada
                                                                               y jamás la dejaré salir
ahora y  22 años después, siento una extraña felicidad porque hace un año
                                        que busco estar en paz conmigo y con el mundo
creo que por fin el buen Dios así lo permite,
por eso mi sonrisa es sincera
por eso ya no busco mirarme en los espejos
quiero no saber si estoy allí.





AMOR= HACER    FELIZ AL OTRO=FELICIDAD PROPIA

LOS DESEOS DE LA CARNE PRODUCEN MUERTE ESPIRITUAL E INFELICIDAD,
POR EL CONTRARIO LOS DESEOS DEL ESPÍRITU TRAEN CONSIGO PAZ, ALEGRÍA Y  BIENESTAR

martes, 13 de noviembre de 2012

BLANCO Y NEGRO La razón contradictoria de Ulises García


CRÍTICA

Para aproximarse a la novela del arequipeño Carlos Herrera es necesario comenzar por desentramar los epígrafes que utiliza el autor en su obra;  el primero de ellos es una cita bíblica tomada del libro del Apocalipsis que  enuncia y condena la tibieza espiritual del hombre; y así es como se define el héroe de la novela: Ulises García, ni frío ni caliente, a lo largo de su vida será  condenado por la sociedad debido a su conformismo, a su indecisión y a  su carácter flemático e individualista, sin embargo lo que redimirá a este trágico héroe será el sacrificio romántico que aceptará  luego de haber concluido que ante todo lo que importa son los principios y por fin habiendo decido lo correcto, preferirá  la muerte a la traición.
El segundo epígrafe, tomado de la historieta Los vigilantes, obra de dos artistas de comics, resume  la belleza de la dicotomía blanco y negro, en ese orden, y no al revés, puesto que al final de la novela, Herrera sugiere con el sacrificio del protagonista que el blanco es más sublime que el negro, pero tristemente injusto. Es decir lo bueno y lo malo, la dicotomía que tenemos presente todos los seres humanos y que nos obliga a decidir de qué lado vamos, debe ser una elección consciente e inteligente que nos conducirá de una u otra manera a la paz, a la felicidad, estados que experimenta el protagonista de la novela, mientras muerte, tras haber optado por el blanco, por lo correcto.
Carlos Herrera, escritor y diplomático arequipeño nacido en 1961, y autor de Blanco y Negro, novela publicada en 1995;  da vida a un singular personaje llamado Ulises García que tiene  un doble defecto físico y moral: tener una visión dicromática de  los colores blanco y negro, además de estar incapacitado durante toda su vida (hasta instantes antes de morir) para elegir entre una de las dos caras de una contradicción; es decir, Ulises siempre se encuentra entre la frontera de lo bueno y lo malo sin decidirse por nada. Ulises García es el personaje que no siendo el prototipo de  héroe pero tampoco encarnando al  villano, asume un sacrificio romántico luego de haber vivido  condenado por la sociedad y  traicionado por la duda y los valores de una sociedad cuya principal característica es precisamente la contradicción.
Los personajes que acompañan la odisea de Ulises se dividen en dos bandos: los buenos y los malos, que intercambian roles a lo largo del relato; en el primer grupo están la madre de Ulises, que lo protege y le inculca el amor y respeto a Dios, su padre, que  a pesar de todo desea el bien y la felicidad para Ulises; la tía Adelaida y el tío Arsenio, que lo acogen en su casa tras la muerte de sus padres, Héctor, quien de niño lo defiende y trata de resguardarlo casi hasta el final. En el segundo grupo está la sociedad que no permite la ambigüedad y la dicotomía de Ulises y que lo obliga a trabajar, a elegir entre derecha e izquierda, entre el amor y la traición; está también Mari Luz, la mujer de quien Ulises se enamora, quien no le corresponde pero a quien protege hasta la muerte y finalmente están Héctor, representando el poder militar, la derecha política, el honor, el patriotismo y el orden; y Ántero, figura de la fuerza de la revolución y  la lucha por la igualdad.
Así la novela de Carlos Herrera abarca la vida de Ulises García desde su nacimiento hasta su muerte. En los primeros capítulos Herrera describe la niñez y adolescencia del protagonista, así  cuenta que el padre de Ulises trata de convertirlo en un hombre que siendo inteligente y ambicioso, consiga fortuna y respeto; por su parte la madre pretende que su hijo sea un hombre devoto  y trata de despertar en él una vocación religiosa. Sin ponerse de lado de ninguno, Ulises acepta la doble formación de sus padres. Así Ulises es educado en un colegio jesuita donde debe aprender mecánicamente y contra su voluntad todas las nociones que los niños comunes como no lo era él, aprenden en la escuela. Dotado de una singular inteligencia, Ulises desde pequeño aplica el auto aprendizaje en base a lecturas que proporcionan las teorías que el protagonista necesita para comprender  y conocer el mundo; la desventaja es obvia, Ulises no sabe nada más de lo que los libros le pueden enseñar; es decir las vivencias normales de todos los niños y adolescentes, son aprendidas con una dosis extra de sorpresa y dolor, daba la introspección del personaje y su defecto moral.  Ulises es un niño débil que pasa desapercibido, su único amigo de toda la vida es Héctor, quien lo defiende de agresiones y maltrato de los demás compañeros de la escuela. Cuando Ulises termina el colegio sus  padres mueren uno después del otro, quedando solo y pobre, el héroe queda al cuidado de su tío paterno Don Arsenio García  quien espera hacer de él un hombre de bien, esta es una de las primeras pruebas que debe afrontar el protagonista: debe buscar la manera de sobrevivir.  Ulises que tenía pensado iniciar una odisea para conocer el mundo, tras la muerte de sus padres se ve imposibilitado de cumplir ese sueño y es obligado por su tío a escoger una carrera universitaria, luego decide que no quiere estudiar ni trabajar así que desamparado del auxilio económico de Don Arsenio, decide que para subsistir debe leer y luego vender la única herencia de su padre: su biblioteca para comprar más libros y algo de comida; luego de dos años Ulises ha vendido todos sus libros y se encuentra nuevamente solo y miserable. Así mientras trata de manejar su situación frente al mundo, su tío logra conseguirle eventuales trabajos que el protagonista no puede conservar no tanto por su ineptitud pero si por doble defecto. Pronto la vida ociosa y placentera que Ulises busca en los libros y el poco dinero que logra ganar, hace que peligre su futuro,  pues habiendo estudiado la estructura socioeconómica de su país y aplicando a sus pocos amigos y conocidos  un esquema y teorías propuestas por él en base a las lecturas de muchas obras, el joven personaje de Carlos Herrera queda fuera de la escala social y al borde del infortunio. Ulises divide a la sociedad  y en ella a sus habitantes como tiranos, solidarios, distingue la justicia y la represión, al individuo y a la comunidad, pero no puede ubicarse en ningún grupo, ese es su pecado, puesto que esa indeterminación lo arrastrará a la muerte. 
Ulises, que no trabaja ni estudia cae en la bohemia y comienza a mezclarse con el Círculo, un grupo de  revolucionarios y poetas que sin que él fuera consciente y sin involucrarlo demasiado, lo consiguen adoctrinar en la política izquierdista, marxista y rebelde. Dentro de ese grupo resalta la figura Ántero, quien se convierte en su amigo y le consigue un trabajo en el periódico donde trabaja. Poco a poco Ulises se deja llevar por forma de pensar de sus compañeros, sin dejar de ser racional y sin decidirse del todo comienza a formar parte de ese círculo político de izquierda socialista mientras que se enamora de Mari Luz, adepta también al socialismo como si se tratara de una religión. Ulises sin decidirse del todo, evalúa meticulosamente las bases políticas y sociales del Círculo y llega a simpatizar, aunque no del todo, con aquel grupo, ya sea porque en parte el protagonista lo ve todo desde la perspectiva teórica y de los libros como de la religión, ambos legados de sus padres.
Ulises, conocido después por la objetividad con la que escribe su columna en el periódico, comparte también la amistad con Héctor, su viejo amigo de la escuela quien moldeado por la instrucción militar, acaba de ser expulsado del Ejército por un asunto menor pero que tiene bien claros los valores del honor y el patriotismo ante todo. 
El momento social y político que atraviesa el país de Ulises, que sin ser nombrado aludiría al Perú, es decisivo para el futuro de todos, puesto que resquebrajado el gobierno y luego de años de dictadura militar y posterior intento de democracia, se espera la revolución que lo solucione todo. Entonces se fortalecen  el Grupúsculo y la Banda.  Carlos Herrera no utiliza nombres, pero parece ser claro que este Grupúsculo  en el que finalmente se disuelve el Círculo y al cual se adhieren con especial fuerza Ántero y Mari Luz, es el equivalente literario del Movimiento Senderista y la época en la que sitúa la novela, alude a la inicial dictadura de Alberto Fujimori, así como la Banda, sería el grupo de fuerzas armadas y militares que violentamente tratan de acallar la agresiva y sanguinaria revolución del Grupúsculo.
Ulises sin  decidirse entre ambos bandos, se aleja del desaparecido Círculo y pierde contacto con Ántero y con Héctor. Una noche después de un largo tiempo, se encuentra con Mari Luz, quien asustada le comunica un mensaje de Ántero quien le pide que se cuide, momentos después recibe una nota escrita de Héctor con la  misma recomendación. Es claro entonces que Ántero y el Grupúsculo son los opuestos de Héctor y la Banda. Esa misma noche un grupo de encapuchados capturan a  Ulises. El héroe, sin serlo todavía no puede saber quienes son sus victimarios, puesto que no distingue entre el rojo del Grupúsculo ni entre el índigo de la Banda. Sin esperanza de saber en que manos ha caído, Ulises es golpeado a la vez que se le exige dar información sobre el paradero de Mari Luz, al no responder los encapuchados lo dejan para al día siguiente continuar con el interrogatorio y de acuerdo a su respuesta dejarlo con vida o no.  Ulises pasa la noche cavilando y recuerda a sus padres y todo lo que pudo aprender de ellos, concluyendo y confirmando la existencia de Dios, tras resolver muchas dudas también sobre el ser humano, la fe y la razón; finalmente el protagonista decide que se sacrificará por amor a Mari Luz (aunque tampoco él sabe exactamente su paradero) prefiere pensar que se convertirá en un héroe romántico habiendo dado su vida para salvaguardar la de su amada, quien se supone, una vez enterada de su muerte, sabrá agradecer el gesto. Así Ulises por primera vez en su vida, puede estar seguro de algo: lo que importa al final son los principios y su gesto le dará sentido a toda su existencia, ese sacrificio, ese silencio que oculta a Mari Luz, es el rayo que iluminará tanto la razón como la fe que lo han acompañado toda la vida. Por eso, cuando a la mañana siguiente, siente los pasos de sus verdugos sabe que debe hacer lo correcto, que debe elegir hacer el bien, lo que se considera bueno aunque sea a costa de sí mismo. Sin embargo no tiene tiempo ni de abrir la boca, ellos le dicen que han atrapado a Mari Luz y que ella lo ha delatado e inmediatamente después le disparan una bala que le parece resplandecer roja y le permite una última contradicción, la de haber vislumbrado el color de la revolución, después de tantos años de blanco y negro; esa bala lo inunda de muerte y de paz.
Carlos Herrera  propone en esta novela la dicotomía del ser humano, que destinado a una contradictoria existencia, no puede más que elegir. El protagonista de Blanco y Negro, nunca en su vida ha podido decidir (sino solo frente a la muerte) ni se ha resuelto jamás a pertenecer a uno de los dos bandos, como lo cita el autor, para no equivocarse prefiere no escoger; y obviamente la sociedad se confabula en contra de quien no es capaz de alzar la voz para expresarse, como lo hace en su momento el gobierno en contra del menos favorecido: el pobre, la mujer y el niño; así la sociedad condena al indeciso al pusilánime, al flemático, al que prefiere la reflexión  y no la acción: la humanidad castiga y Dios condena al tibio. Herrera valiéndose de un excepcional personaje, nos muestra esta metáfora de la vida. En  la manera en la que la humanidad expectora al débil, resulta  aplicable la  ley del  fuerte y no la del justo que generalmente tiene la perspectiva correcta para interpretar la realidad. Así habitamos un lugar donde todo funciona bajo el influjo de las pulsiones del poder que llevan al hombre a animalizarse y logran finalmente la decadencia de toda la escala social, donde ya que se anula la libertad, se cancela la posibilidad del diálogo, se desmerecen los valores y se pretenden  imponer egoístamente los propios intereses bajo presión y fuerza (como sucede actualmente en cualquier escenario social); se ha perdido el respeto por la vida propia y la del otro, los principios no valen nada y no se apela ni a la fe, mucho menos a la razón, no queda más que decidir entonces entre  la desesperanza  o la lucha, pero no con armas sino con hombres que busquen la paz. 


Texto y fotografía propios.
Texto de la imagen: Carlos Herrera: Blanco y negro, La razón contradictoria de Ulises García
Citar fuente: elamorconsagralamor.blogspot

jueves, 8 de noviembre de 2012

Foto: Omate, Moquegua-Perú 2011
Foto: Omate, Moquegua- Perú 2011
Foto: Volcán Misti desde Chapi, Arequipa-Perú 2010
Foto: Ilo-Perú 2011
Versos propios
Foto: Puno, Lago Titicaca -Perú 2011

Foto: Camaná(Quilca)  Arequipa-Perú 2012


Foto tomada en Yura, Arequipa-Perú 2012

Vn.

Y últimamente siempre estás aturdida en las mañanas
         con muchas ganas de darte vuelta
                                     de correr en reversa
                                     de encender un cigarrillo
                                     de que todos te miren

pero sigues allí,
en un camino diferente
en tu nuevamejorvida

Y últimamente sabes que la  realidad se parece más al absurdo mundo de los sueños
mientras caramelos narcotizantes
                                           te desgarran en pesadillas color coral
                                           en el extraño (in)feliz mundo de lo absurdo
donde  tristemente  logran arrancarte un grito ahogado, una rabia sorda y ciega, una mirada feroz, un viaje imprescindible al inconsciente y a la palabra que allí habita
 luego
te das cuenta que por fin has desenredado tantas teorías como para poder conquistar el mundo con un lápiz azulceleste y una vieja cámara de fotos.
luego
regresas dándote cuenta que nunca te fuiste, que tal vez nunca te irás
pero lo que has aprendido define a la vida como una loca e injusta tonta aventura obligatoria.

jueves, 1 de noviembre de 2012

WALTER BENJAMIN Y EL ARTE DEL SIGLO XX Y XXI



El arte, como el hombre ha ido evolucionando, y con ello la nueva concepción de lo que es bello.
Como dice Paul Valéry en La conquéte de l’ubiquité,  ni la materia, el espacio o el tiempo son lo que han venido siendo desde siempre, ahora existen técnicas de arte que laboran de la mano con la capacidad inventiva del artista de tal manera que han llegado a modificar la noción misma del arte.
En el ensayo “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, Benjamin afirma que  todas las obras de arte tienen dos tipos de valores: el valor cultual, como objetos de culto y el valor exhibitivo, como elementos que pueden ser mostrados a un público.
 El arte contemporáneo  ha modificado el  valor cultual de la obra de arte adaptándolo ala vida del hombre moderno, por ejemplo la adquisición de una escultura de Jeff Koons, en la actualidad no daría lugar a ningún tipo de culto o ritual religioso como podría haber sucedido con la Venus de Milo, sino que por ejemplo su “Mujer en  la bañera” cumple un rol meramente decorativo.
Así como el valor exhibitivo, de las obras de Andy Warhol, por ejemplo tienen mayor acogida por parte del público, porque no todas las personas van a las exhibiciones de arte buscando cultura sino solo recreación.
Las obras de arte de Koons, Warhol, Dunchamp, Moore y otros representantes del arte contemporáneo no carecen de aura, pues mantienen las características de valor cultual y la autenticidad. En cuanto a eso, la concepción  de Benjamin sobre el arte todavía puede ser aplicable al arte moderno de los siglos XX y XXI.
La fotografía y la pintura también han evolucionado cada cual por su lado, las obras de Paula Rego, pueden trasmitir tantas y tan diversas sensaciones como  las de Van Gogh.
Ha vuelto a la vida del hombre “el arte por el arte”, donde cualquier obra artística se vale por sí sola, por sus valores estéticos por más extraños o ininteligibles que estos sean, desligándose así de su función social.
El arte aun a pesar del paso de los siglos y la evolución de la humanidad, sigue buscando lograr un objetivo común en todas sus formas de representación: producir una reacción cualquiera que esta sea, en el público espectador. 


DEBEMOS AMAR A NUESTROS ENEMIGOS



Amar a nuestros enemigos es una contradicción muy seria. De hecho hasta resulta difícil imaginarlo, ya que estamos acostumbrados a amar solamente a quienes nos aman. Amar a quien nos odia o a quien odiamos es cuestionable de muchas maneras. Entonces amar al enemigo, resulta complicado, una mejor alternativa es no odiarlo.
 No es lógico amar al enemigo, pero así lo manda Cristo, y qué difícil nos resulta a todos. ¿Tiene algún sentido amar al enemigo? ¿Por qué amar a nuestros enemigos? Mejor dicho ¿por qué no odiarlos como el resto de la gente?
Muchas respuestas se resuelven ante tales interrogantes, todas se resumen así: el odio genera más odio, es una fuerza  generadora de mal. Sin embargo esa no es la única razón para no odiar.
El odio hace pensar demasiado en el enemigo,  pensar  de manera enfermiza, pensar, pensar a cada momento en esa persona, maquinando mil maneras de causarle daño, retroalimentando el mismo sentimiento, acrecentándolo,  exagerando, haciendo latir con furia el propio corazón, atormentando la mente con más de lo mismo una y otra vez, no hallando la mejor manera de derrotar al contrario, hasta llorar de impotencia.   Pensando, pensando en él, ella, ellos.  Dándole al enemigo no solo demasiada importancia, sino otorgándole  también un apartado  en nuestra vida. Un espacio en nuestra mente. Un lugar privilegiado. 
Eso no es todo, el odiar al enemigo rompe toda armonía con  el ser interior. El odio  quita paz, y  la paz es lo último que nos queda si lo hemos perdido todo. La ausencia de paz, causa muerte, una muerte interior irreparable, generada solo por haber odiado.
Debemos no odiar porque  el odio nos vincula  estrechamente con el enemigo, nos  arrastra a una corriente de pensamientos que ocupan espacio en nuestra mente, pero sobretodo no debemos odiar porque perdemos paz. Ante esto, nos queda solo amarlo, amarlo como no es posible, debemos procurarle el bien a sus expensas, defenderlo si lo atacan otros, procurar un trato de amistad y hermandad además de desearle sinceramente la felicidad que buscamos para nosotros mismos. Esto además de ennoblecernos,  le agrada al Señor, pues fue Él quien amó a quienes lo clavaron en  la Cruz, y así lo mandó para que nosotros, aspirando a ser santos, lo hiciéramos en obediencia puesto que en el otro, encontraremos a Cristo y así, amando al enemigo, amamos a Dios. 


lunes, 29 de octubre de 2012

UNA FIESTA PAGANA



El segundo día del mes de Noviembre  se conmemora a los Fieles Difuntos, esa fecha popularmente conocida como el Día de los Muertos,  es una celebración de origen religioso donde los deudos visitan las tumbas de familiares y amigos que ya no viven terrenalmente entre ellos.
Sin duda, semejante festividad es también consecuencia de una larga tradición en casi todo el mundo y por supuesto, nuestro querido Perú nunca es ajeno a las costumbres, ritos y supercherías;  prácticas de toda la vida  que  no faltan en los hogares más aferrados a la tradición popular; e increíblemente aun en el mundo globalizado en el que vivimos, por estas tierras lejanas siguen y seguirán en pie tantísimas fiestas populares. Y es que la Iglesia Cristiana Católica ofrece a sus fieles una larga lista de fechas en los calendarios donde se señala alguna festividad que es muy bien aprovechada también por los comerciantes. Semana Santa, el Señor de los Milagros, la fiesta de los Fieles Difuntos, Navidad, pasando por días de Santos y Vírgenes,  entre otros; son motivo para que nuestras calles se saturen  de vendedores ambulantes que ofrecen además de  flores y cachivaches, un sin número de objetos que los compradores afiebrados se aseguran de llevar a casa, creyendo justo y necesario tener el Domingo de Pascua una cruz de ramos, una vela morada para la procesión del Cristo Moreno, una corona de flores para el día de los muertos, un muñeco de Papá Noel y una corona de adviento, en Navidad o la ropa interior amarilla para el Año Nuevo. Mención aparte tienen los platos típicos de esas fechas, ¿quién no ha comido un caldo de Pascua el domingo de Resurrección o el turrón y la mazamorra morada en Octubre, una wawa el primero de Noviembre o el alienado pavo para la Noche Buena además de las doce uvas por el Año Nuevo?  Tradiciones que se disfrutan mejor en familia, hacen que la vida diaria, a veces monótona, se torne feliz en la  deliciosa sobremesa de uno de esos feriados largos.  Pero lo más importante de todo lo relacionado con esas costumbres, es que son los pilares base no solo de la religiosidad popular sino, sobretodo del folclore de nuestro  riquísimo Perú, el país de las maravillas. Sin embargo cuando una solemnidad  pierde su principal sentido, se torna en una arraigada fiesta pagana.
Se ha perdido el sentido casi todas las celebraciones católicas, para proponer un ejemplo no tan repetido me inclino en esta ocasión al día de los Fieles Difuntos.  ¿Cuál fue el verdadero sentido de esta fecha?  Elevar una plegaria  por la salvación de las almas que aun no han alcanzado el cielo. ¿En qué se ha convertido esta festividad? En una fiesta pagana de adoración a los muertos. 
No obstante, cuando el verdadero sentido ya ha sido olvidado, la Iglesia Católica se esfuerza, tal vez no tan infructuosamente;  en elevar una misa Requiem por el alma de los que descansan o no,  en la presencia del Señor, salvando quizás así la primera intención de esta conmemoración cristiana.
Sin embargo estas celebraciones, que casi han perdido su esencia, han cobrado nueva significación en los hogares peruanos. En este caso, el de la fiesta de los Fieles Difuntos; la celebración comienza el último día de Octubre, cuando los niños y jóvenes empujados por la moda y la sin razón, movidos por la invasión de la cultura norteamericana, salen disfrazados a las calles y las fiestas que se han propagado como todo lo que propone la televisión; mientras sus padres,  los menos alienados, salen a cantar el “Mal Paso” o cualquier otro vals popular, para al día siguiente, el primero de Noviembre, ir al cementerio con toda la familia y llevarle flores y oraciones  a la tumba del familiar ausente. Pero llevar flores al cementerio no es lo único que se hace; en realidad, después de atravesar una larga fila de puestos de vendedoras de coronas, la familia que llega a la tumba debe iniciar todo un rito, después de colocar las flores, el jefe de la familia indica que se rece  por el “almita” del difunto, enseguida, aunque no en todos los casos, se le otorga al finado una ofrenda de alimentos y bebidas y se conversa con él, contándole las penas y alegrías que le ocurre a la familia; pero lo que es peor; existe la firme creencia de que el alma del fallecido volverá a la tierra y disfrutará de lo que le han puesto sobre la tumba; por eso no es raro ver por esas fechas, conjuntos de mariachis que entonan las canciones preferidas del familiar mientras  que los demás bailan y beben cerca del  nicho. ¿Es o no esta celebración una fiesta pagana de adoración a los muertos?  Una sola es la respuesta, una respuesta afirmativa. Felizmente todo termina la noche del dos de Noviembre  cuando los familiares del difunto esperan que el alma del fallecido visite su casa  y es por eso que aun se conserva la costumbre de colocar detrás de la puerta de entrada,  un altar con fotografías y recuerdos del finado;  recipientes de postres y frutas para que el alma no piense que sus deudos lo han olvidado y pueda  regresar de donde vino, cielo, infierno o purgatorio; para los creyentes.
A manera de conclusión quiero terminar estas líneas reafirmándome en mi noción y es que,  todo en este mundo literalmente tiene su lado amable, como lo diría un maestro de la comedia; con esto me refiero a  que si bien  la religiosidad popular se presta para grandes celebraciones, también  da lugar a que las fiestas de la Iglesia Católica pasen  de ser cristianas solemnidades para convertirse en motivo necesario de paganismo, entre ellas, la principal, el Día de los Fieles Difuntos;  y no debería ser así  pero también es verdad que estas arraigadas tradiciones  constituyen uno de los pilares del folclore y parte importante en nuestra cultura.

CONTENIDO INTELECTUAL DE LA ADMINISTRADORA DE ESTE BLOG 

AREQUIPA EN TRES POETAS


Alberto Hidalgo Lobato nació en Arequipa en 1897, César Atahualpa Rodríguez en  1889 y Guillermo Mercado Barroso en 1904. Tres poetas que han hecho de su poesía  la más bella expresión de la tierra donde nacieron. Tres poetas nacidos casi siete años uno después del otro, supieron retratar a Arequipa de similar manera. Hidalgo, vanguardista mientras que  Atahualpa y Mercado regionalistas consagrados a Arequipa, captan con un mismo sentimiento a esta cuidad  al pie del volcán.
Es evidente que la primera imagen de Arequipa es la de un paisaje campestre, como alude Mercado en uno de sus poemas que empieza con la descripción del sol  y de paisajes montañosos, donde habitan en armonía los  árboles y las aves;  dice Mercado de esta cuidad,  en su poema Ausencia de Arequipa:

En el aliento guerrero de un Inca vino tu alma,
Y hecha de sol y de llanto de tus paisajes
Brotaste un día del sueño de tus montañas

Soleada lejanía del alma, aldea de la ternura,
tu nombre lo escribe un vuelo tendido de golondrinas,
tus árboles envejecidos, lejanos, se mecen en mi cariño
y toda mi pena se va alegre a repartirse
en las alas de tus pájaros...

Cuidad tallada en ternura, alegre apretón de árboles y casas
en el abrazo de tus montañas…

A su estilo César Atahualpa refleja casi la misma imagen de Arequipa como paisaje rural en el poema del mismo nombre, donde refiere elementos campestres como rosales, maizales, surcos, palomas, arroyos y bosques:
La tierra huele a germen, a besos los rosales;
Un mastín plañidero ladra al sol del camino;
Las palomas se ayuntan en la paz del molino
Y un estremecimiento  pasa por los maizales.

De los estercoleros vienen brisas termales;
Por la raya del surco se pierde un campesino


Hidalgo, por su parte, aludiendo también al paisaje campestre, en un mismo poema escribe:

…De la que forman parte la tristeza fluvial y la verdura…
Arequipa y sus fábricas de flores naturales

Asimismo la añoranza del poeta que escribe estando lejos de su tierra, también la comparten César Atahualpa y Guillermo Mercado:
Un poema de Mercado dice en la tristeza de la lejanía de Arequipa:
A esta distancia tengo abrazado el pecho
a la sombra de tus aldeas,
y las palabras Yumina, Sachaca, Yanahuara, Cayma,
son las cumbres de mi voz y de mi canto…

te recuerdo callado, triste como tus tardes,
pero así me quedo con los ojos abrazados a tus crepúsulos
o mascando una rama de tu cielo.


Años antes, Atahualpa escribiría con similar nostalgia:

Y cuando miro a vuelo de ave
la lejanía de los campos
me llueve en los ojos un suave
relampagueo de lampos.
Y en los senderos infinitos,
sobre las ménsulas complejas,
guiñan sus luces los distritos
como sonámbulas abejas.


De la misma forma la personificación  de Arequipa como mujer es interesante y recurrente en la poesía de estos tres escritores.  Por ejemplo Hidalgo dibuja entre versos a una mujer de claro rostro, alegando tal vez a la piel clara de las arequipeñas, a una mujer deseable como un higo, fruto que se encuentra en casi todas las huertas de las familias arequipeñas, como a una  novia, como una virgen inalcanzable que viste corpiño y polleras, no blusas y faldas burguesas, aludiendo aquí a la imagen de Arequipa todavía como espacio rural y no del todo urbano.   Escribe  Hidalgo en su poema XXI: 
Arequipa cuidad de claro rostro
De corpiño opulento y excitante como un higo posible
Y pantorrillas de sillar que aguantan el peso de las casas
Ciudad a la que nadie se ha atrevido a meterle
 la mano en las polleras…
Y a la que se la quiere como a una novia siempre saboreada…


Similar personificación retrata César Atahualpa, quien muestra a una mujer del campo que dócil espera entre la naturaleza la llegada de su amado.

Tú me esperas sumisa perdida en la floresta
Acechando la giba ruinosa de la cuesta,
Por donde llego siempre cargado de ilusiones

Y al encontrarte sola frente al cálido ambiente,
Con un beso sonoro purifico tu frente;
Y al estampido vuelan parvadas de gorriones.

Mercado también encarna a Arequipa como mujer campesina en su poesía de la siguiente manera:
Tierra chola como eres de trenzas y de lampa,
Te veo siempre bajo el atado de tus miserias o bailando
Bajo el pendón alegre de tus domingos…

Es importante  resaltar que  en esta  la representación de la mujer que es Arequipa, es más bien tierna  y no  sensual,  pues ante todo se trata de una campesina que se supone, desconoce los vicios y costumbres de la cuidad, pues sobre todo los tres poetas retratan  a Arequipa en la abundante campiña de la época que comparten y no en la urbe capitalista de nuestra actualidad, invadida más por centros comerciales, que por extensiones agrícolas.
El Misti también es un tema recurrente en la poesía de Hidalgo, Atahualpa y Mercado. Este volcán es también personificado de singular manera por los tres poetas, para Hidalgo el volcán es un humano gallardo, soberbio y arrogante que saluda con sombrero en mano y a la vez es un inca de frente nevada y coronada de estrellas:

Soberbio, lleno de altivez, ufano
de su bella apostura y gallardía,
cuando amanece, el Misti con humano
sentimiento bendice el nuevo día.

Los gallos le saludan desde el llano
con una orquestación de algarabía,
que él contesta, arrogante, con un vano
gesto de nieve de su testa fría.

Al ocultarse el Sol en el poniente,
parece un inca de nevada frente
coronado de innúmeras centellas.

Para Atahualpa, en cambio el Misti es un pastor huraño y fervoroso que evoca una oración al cielo:
Torbellino de tierra y de granito,
Rotundo cono sobre el suelo;
La nube le hace a veces un capelo
De Cardenal…Señor del infinito.

Su fe de nacimiento no se ha escrito;
Tiene entrañas caducas, y es su anhelo
Tender los labios hacia el puro cielo,
Como en una oración, todo contrito...

Levanta su amenaza. Siempre huraño,
Como el pastor que engorda a su rebaño,
Mira pacer las casas de Arequipa

Mercado describe al Misti como el amante de la mujer-tierra  Arequipa:
La tierra se movió como una mujer
al abrazo del volcán, su amo y señor,
que la besó sonoramente, lujuriante,
como besara un rey a su esclava salvaje.
Y la tierra tembló terrible y sensual,
bajo el beso de lava del volcán.

Por otro lado, la descripción arquitectónica de Arequipa en la poesía de los tres  escritores  es similar, por ejemplo Atahualpa Rodríguez escribe de los muros, las calles y las torres de la catedral:
Fuertes muros enanos en callejas estrechas,
Vías que con sinuosas contorsiones están
O muy cerca del templo de abigarradas flechas
O de la granja ruda donde dormita un can.

Torres como cabezas de elefante, con brechas,
Por cuyas hendiduras las golondrinas van…


Mientras que Mercado expone las calles en Ausencia de Arequipa:
calles, arterias que salen del corazón
por donde ha corrido la democracia…
calles de Arequipa hechas para el pie desnudo y sonoro de
tus campanas…
ciudad tallada en ternura
tu blancura vuela y despierta el sueño de tus jardines…


Y la blancura del sillar del que están hechas las calles que encierran la historia de nuestra ciudad, en La entrada de sillares:
Pega su estirón el camino y saltan del paisajes
los sillares como volúmenes
unos de revolución…
los sillares cargados como están de días soleados,
de ríos en entrada,
de relinchos,
de gritos
y de jaranas.


Además la religiosidad del pueblo arequipeño es sin duda una característica común  también en la lírica de los tres poetas:

Hidalgo escribe:

Arequipa y los médicos que les recetan Dios a sus pacientes


Atahualpa hace lo propio en Oración:

Cristo
Hace ya rato
Que el mundo te ha visto;
Y que el hombre, animal insensato,
Queriendo materializarte, para mirarte
Ha pintado su propio retrato.


Mercado a su vez en un conmovedor poema, Mi credo a Jesucristo, retrata la fe de todo arequipeño creyente:

Creo en tus pasos por la tierra,
porque crece y sonríe la hierba humilde en ella…
Creo e la Cruz en que te mataron,
porque es siempre en una cruz trabajada de amor
donde vamos muriendo.
Creo en la mañana de tu resurrección,
porque es tu rostro el que resucita y preside
cada mañana de la miseria.


Finalmente, si se habla de Arequipa, no se puede dejar de hablar de revolución, lo propio hacen Hidalgo, Atahualpa y Mercado, en diferentes poemas.

Hidalgo en el poema XXI, escribe:

Ciudad con fisiología de semilla
pues donde caen un desacierto brota en seguida una
revolución.


Atahualpa expresa el sentido de revolución en Arequipa en dos  versos inmortalizados en los arcos de los portales del  mirador de Yanahuara:

Aquí se hicieron cañones de metal de las campanas para encauzar los desbordes de lavas republicanas


Que el pueblo que defiende en derecho lleva un muro invencible en cada pecho.


Pero es Guillermo Mercado quien con mayor énfasis  alude a la revolución y al espíritu contestatario de los arequipeños incitando a la lucha por los legítimos derechos del pueblo en Mis credenciales:

Arequipa,
porque en tu corazón
hecho de lava y de ternura,
me consta que la Patria atribulada
se sirve
el real fermento
de su libertad sagrada,
cada vez que se alza la pálida
cuando lobos y vampiros la succionan.


En El poema de tu historia:

Tensas tus calles
se henchían y desbordan
el torrente embravecido de tu pueblo…
En los pechos desabrochados
tus corazones desenvolvían
y enarbolaban
sus banderas de sangre…


Así como en Poema y mensaje a mi pueblo:

Que la libertad que gozan ellos
será comedia de esclavos,
si no la viven, la trabajan y elevan
en la jornada suprema de cada día,
si no la saben en el pan, en el amor y en la idea.
Si no derruyen las celdas
de esas conciencias de barro,
para que ella entre en la vida
como el oxígeno, como el sol y como el agua.


Para concluir, tanto Alberto Hidalgo, como César Atahualpa Rodríguez y Guillermo Mercado —que dada la salvedad de siete a quince años de diferencia de edades, viven en el mismo espacio geográfico: Arequipa todavía rural y no tanto urbana,  alrededor del siglo diecinueve—  poseen similar visión de Arequipa ya sea tanto como paisaje campestre, así como espacio arquitectónico, de la misma manera que  expresan de equivalente manera la personificación femenina de Arequipa como masculina del Misti así como retratan la misma religiosidad y espíritu revolucionario de la cuidad que a pesar del paso del tiempo, ha podido conservar —de no ser por la desaparición del campo para dar lugar a la creciente urbe—   las mismas características hasta el día de hoy.


Texto y fotografías propias.


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